domingo, 20 de enero de 2013

Satarichi mon amour (Parte 1)

Hoy inauguramos la sección Supuración Mental. Por inspiración de Beedo, del blog Dreams in the Lich House y su The Junkyard, voy a dedicar una serie de entradas a esas ideas para aventuras y campañas que no dejan de rebotar por mi cabeza, a ver si se calman un poco y me dejan en paz.

Satarichi Mon Amour

Con todo el comadreo que ha habido con el tan sonado Satarichi, no puedo dejar de darle vueltas a la cabeza a formas en la que el pobre juego sería mejorable. Mejorable desde mi punto de vista, claro.

Importante, reformar la ambientación. Tened en cuenta que casi toda la información que me ha llegado la he sacado de El Cromcast de Satarichi, y una pequeña parte de la página oficial del juego; así que no he podido hacer un estudio en profundidad de la ambientación original. Aun así, con esa poca información mi mente ha decidido que esa ambientación tiene cosas chulas pero muy mal aprovechadas y que le gustaría que fuera de otra manera:

Hace 299 millones de años... la belicosa civilización extraterrestre que nosotros conoceremos como los reptilianos llegaron al pacífico planeta Humus con intención de conquistar, someter, aplastar, torturar y comerse a sus habitantes.

Sólo los más valerosos y capaces pueden enfrentarse cara a cara con un reptiliano.

Los hummitas, al haber desarrollado una civilización dedicada a la filosofía, la ciencia y el crecimiento personal; no fueron rival para las flotas de conquista reptilianas. Sólo unos pocos miles consiguieron escapar a duras penas en una pequeña flota de naves. Su plan era establecerse en el lejano planeta Caelum, fundar una colonia en el exilio y con el tiempo, quizá, liberar a sus hermanos esclavos de los invasores.

Al entrar al hiperespacio una de las naves sufrió una serie de catastróficas (y bizarras) desdichas, separándose del resto de la flota hacia las poco conocidas geometrías del hiperespacio profundo. La nave consiguió sin embargo llegar a Caelum; pero llegó sola, ninguna de las otras naves estaba a la vista ni se volverían a encontrar en mucho tiempo.

Los hummitas se caracterizan por la intensidad de su mirada y su frente despejada.

Los tripulantes desembarcaron en Caelum, en el supercontinente al que nosotros llamamos Pangea, e hicieron todo lo posible para sobrevivir y florecer en el nuevo planeta.
En las siguientes décadas, siglos y milenios los hummitas de Caelum crecieron en número y poder; reconstruyeron su civilización, iluminaron el nuevo mundo con sus ciudades y desarrollaron poderosas armas y defensas para evitar que se repitiera la desgracia de Humus.
Durante los siguientes millones de años se volcaron en el estudio de las ciencias, la ética, el perfeccionamiento de su sociedad, e incluso crearon una nueva especie inteligente mediante ingeniería psíquica y genética - los saurianos - a partir de unos pelicosaurios especialmente prometedores. Sin embargo, con toda su ciencia y sabiduría, con toda su tecnología y su poder; los lejanos descendientes de los hummitas fueron incapaces de evitar su extinción. 

Prometedor antepasado de la orgullosa especie de los saurianos.

La explosión de una nova cercana barrió el sistema solar de radiación mortal, y coincidió con la activación simultánea de varios supervolcanes que a su vez hicieron que los ascensores orbitales se desplomaran a lo largo del ecuador. La civilización fue brutal y súbitamente borrada así como el 95% de la vida del planeta.

Doscientos cincuenta millones de años después... las restantes doce naves de la flota hummita llegaron a Caelum. Observándolo desde órbita lo encontraron habitado por primitivas civilizaciones indígenas. Después de largas deliberaciones, el Consejo hummita decidió que la mejor opción sería usar su tecnología superior para hacerse pasar por dioses. Unificarían los pueblos de todo el planeta bajo su mando y, en pocas décadas, tendrían una base industrial que les permitiría armarse y resistir una futura invasión reptiliana.

Cada una de las naves se posó en la capital de uno de los imperios que en aquel tiempo existían sobre Caelum provocando miedo, pánico y respeto supersticioso. Algunos altos dignatarios tuvieron presencia de ánimo suficiente como para recibir dignamente y en sus propios términos a estos enviados de los dioses como ocurrió, por ejemplo, en el caso del d
ictador Caius Iulius Caesar.

Escenas como ésta deberían ser más frecuentes en mis partidas de rol.

Sin embargo, los planes hummitas de controlar la población de Caelum para sus propios fines no pudieron ser llevados a cabo tan fácilmente como esperaban. Cuál no fue su sorpresa cuando comprobaron que los humanos ya estaban controlados, en las sombras, por otra especie avanzada tecnológicamente. Se trataba de los saurianos, una especie creada por los descendientes de la primera nave hummita y que consiguió sobrevivir a la Gran Extinción en las pocas bases de investigación dispersas por la Tierra Hueca, el inmenso mundo subterráneo bajo la superficie de Caelum.

Los saurianos, si bien no habían podido conservar toda la tecnología de sus antepasados, estaban casi al mismo nivel que los recién llegados hummitas y habían alcanzado enorme pericia en las habilidades psíquicas. Los siglos siguientes estuvieron marcados por las guerras entre los imperios controlados por los saurianos y los hummitas hasta llegar a una situación estable de guerra fría y escaramuzas fronterizas.

En el ínterin, ambas especies modificaron a los humanos para crear subrazas de combatientes superiores. Así fueron creados los orkus, los enanos y los kentauros.

Un milenio después de la llegada de la flota hummita, una flota de naves de guerra reptilianas apareció en el sistema de Caelum con ánimo de conquista.
Siglos de guerra de desgaste entre saurianos y hummitas habían impedido el desarrollo de la industria y la tecnología. Al menos, del tipo de industria y tecnología necesarios para resistir una invasión reptiliana a gran escala. No lo necesitaron.

Las señales del sistema de comunicación reptiliano activaron los restos del sistema defensivo creado por los extinguidos descendientes de la primera nave hummita. La combinación de ondas de choque psíquicas y maltrechas sondas de combate no fue suficiente para destruir la flota de ataque, pero sí para diezmarla y obligar a las naves supervivientes a tomar tierra en Caelum. 

Sin perder comba, las tropas transportadas por las naves se lanzaron a reclamar territorios a sangre y fuego. La lucha por el control del planeta había pasado a ser un conflicto a tres bandas entre saurianos, hummitas y los recién llegados reptilianos.

Cuando los reportes de inteligencia fueron llegando a los mandos hummitas, estos se encontraron con algo inesperado. Los reptilianos no estaban al mando de la invasión, sino que obedecían a una especie desconocida hasta ese momento, los annunaki. Estos parecían ser híbridos entre reptilianos y hummitas, menos sanguinarios e impetuosos que aquéllos pero doblemente crueles. Creados inicialmente como una raza servidora, de alguna manera se habían hecho con el poder y ahora eran ellos los amos.

Los annunaki dan miedo. Mucho miedo.

Con los años, y gracias a inestables y cortas alianzas entre saurianos y hummitas, el avance de los reptilianos se detuvo. Pero ya habían establecido plazas fuertes bien defendidas y estrategias de defensa que impedían un contraataque efectivo. Estaban en Caelum para quedarse, y tenían la intención de acabar controlándolo a través de tácticas más insidiosas si no podía ser a través de la fuerza bruta. Siguiendo esta filosofía fue como empezaron a crear armas biológicas enfocadas al terror y la infiltración como los temibles licántropos y vampiros, formados en sus laboratorios a partir de prisioneros humanos.

La actividad del sistema de defensa planetario tuvo otro resultado aparte de herir la flota invasora; atrajo la atención de otras dos facciones desconocidas hasta el momento.

Los grises, intrigados por el conflicto en Caelum, enviaron embajadores a saurianos y hummitas ofreciendo apoyo moral y logístico en la lucha contra los reptilianos. Dicen provenir del cuarto planeta  - pequeño, reseco y rojizo - y sus auténticas intenciones todavía están por ver.
Una inteligencia artificial antediluviana, enterrada durante millones de años en la luna de Caelum - Lum -,  despertó por efecto de una onda de choque psíquica. Envió unos cuantos robots orgánicos , llamados atarichi, para contactar con los hummitas y ayudarles. Según cuentan los atarichi, lo hacen porque los creadores de la inteligencia que los controla eran también hummitas que fueron perseguidos por los reptilianos.

Grises. No parecen muy de fiar.



Y así están las cosas en el presente, con tres civilizaciones alienígenas conspirando entre ellas y sus servidores/esclavos humanos pillados entre medias.

Cierto que esto no es realmente una ambientación, sino la historia de la ambientación, pero este post me ha quedado tan largo que hablaré de la ambientación propiamente dicha en un post posterior (post posterior, ¿lo pillas?).

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